Órbita del asteroide troyano TK7 |
Llevamos unos dias moviditos en nuestro Sistema Solar. Si hace pocas semanas el telescopio espacial Hubble descubria la cuarta luna del helado planeta enano Plutón, ahora nos enteramos que nuestro planeta azul tiene un asteroide troyano. El pequeño asteroide de unos trescientos metros de diámetro escolta a la Tierra y a la Luna en su viaje anual alrededor del Sol. El descubrimiento, que se presento recientemente en la revista científica Nature, coincide con una época de renovado interés por los asteroides entre los astrónomos y entre las agencias espaciales.
El nuevo vecino de la Tierra se ve en la parte inferior derecha. |
Si imaginan la órbita de la Tierra como un círculo con el Sol en el centro, el punto L4 se encuentra 150 millones de kilómetros por delante de la Tierra y el punto L5, 150 millones de kilómetros por detrás.
La órbita caótica de TK7 se representa en verde |
En Júpiter se han descubierto más de 4.000 asteroides troyanos alrededor de los puntos L4 y L5. Los astrónomos descartan que pueda haber tantos en la Tierra, ya que su atracción gravitatoria es mucho más débil que la de Júpiter, y que se encuentra más lejos del cinturón de asteroides de donde proeceden los troyanos –que se encuentra entre las órbitas de Marte y de Júpiter–. Aun así, “la Tierra puede tener más asteroides troyanos que aún no se han descubierto”, señala Isern. El único que se ha encontrado hasta ahora tiene un diámetro de 300 metros, según han calculado sus descubridores a partir de su luminosidad en las imágenes de los telescopios. Esta estimación presupone que el asteroide tiene una forma aproximadamente circular; si fuera alargado, tendría más de 300 metros de longitud y menos de 300 de anchura. Su situación alrededor del punto L4 indica que el asteroide precede a la Tierra en la órbita alrededor del Sol. Dado que lleva una ventaja equivalente a una sexta parte de la órbita, y que la Tierra tarda un año en completar la órbita entera, esto significa que va dos meses por delante del planeta: la Tierra pasará a finales de septiembre por el punto alrededor del que orbita el asteroide. Designado por ahora como 2010 TK7, sus descubridores tienen derecho a proponer un nombre más poético, que después deberá ser reconocido oficialmente por la Unión Astronómica Internacional. Otros asteroides emblemáticos tienen nombre propios como Ceres (el mayor de todos), Vesta (al que ha llegado esta semana la nave Dawn de la NASA) o incluso el pequeño asteroide Pepita (descubierto desde el Observatori Fabra). “Desde hace unos años, hay un interés renovado por los asteroides”, observa Josep Maria Trigo, astrónomo del Institut de Ciències de l’Espai y especialista en este tipo de astros. Hay un creciente interés científico porque la mayoría de asteroides son residuos de la formación del sistema solar que no llegaron a integrarse en ningún planeta. Por lo tanto, que conservan la composición de la materia a partir de la que se formaron el Sol y los planetas y pueden aportar datos clave para comprender el origen del sistema solar. Pero hay también un creciente interés tecnológico ya que los asteroides emergen como el próximo gran objetivo en la exploración del sistema solar una vez se han enviado grandes misiones a la mayoría de los grandes planetas. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, incluso anunció el año pasado un plan –que por ahora no tiene financiación- para enviar por primera vez astronautas a un asteroide antes del 2030 como estrategia para preparar una futura misión tripulada a Marte.
Extracto de la La Vanguardia
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