|
Observando nuestra galaxia. Tomás Ladanyi |
Ya hace años de eso que os
vamos a contar hoy.
Estábamos con unos
amigos de acampada en la comarca del Pallars Sobirà/Lleida y al ir a dormir ya vimos
que la cosa pintaba mal. Dos de ellos cogieron en seguida el sueño y se
pusieron a roncar de una forma demasiado exagerada para nuestros oídos y
cerebros. Gira que te girarás dentro del saco de dormir, aunque por muy saco de
dormir que fuera, sólo veíamos el saco,
pero de dormir, nada de nada.
|
La Vía Láctea sobre el desierto de Atacama. Juri Beletsky |
Como si un resorte nos
empujara, salimos del interior del saco y en un visto y no visto estábamos fuera
de la tienda de acampada, dando un paseo por el prado situado en un pequeño
valle. Después de unos minutos en el exterior y en plena oscuridad nos dimos
cuenta que podíamos ver nuestras manos con bastante claridad. No nos habíamos
dado cuenta de esta claridad en días anteriores. Así pues, miramos hacia la
bóveda celeste pensando que veríamos la
Luna resplandeciente, pero la Luna no estaba colgada en el cielo nocturno del
prepirineo ese día. Pero en cambio, había una larga nube brillante justo encima
de nosotros y que iba de horizonte a horizonte. Los romanos la llamaban
"Vía Láctea", que tiene su origen en la mitología griega y en latín significa
"camino de leche". Nuestra perspectiva de perfil dentro de la Vía
Láctea no nos permitía ver con claridad su estructura. Os podemos garantizar
que recibir la luz de la “Celístia” en medio de un paraje montañoso en silencio
y misterio resulta muy placentero.
Para aquellos que se
perdieron esta lección en la escuela ese día, los datos son los siguientes:
|
Cielo estrellado sobre Gorak Shep en Nepal. Osa mayor, Polar y Arturo. Jeff Dai |
Recordando que 1 año luz es
el equivalente a casi 10 billones de km, nuestra galaxia tiene un diámetro
total de unos 100 mil años luz. Nuestro Sol está situado en uno de los brazos
más exteriores de la espiral de la galaxia, a unos 26.000 años luz del centro
galáctico. Nuestra estrella tarda unos 250 millones de años en dar la vuelta al
centro. En torno a la galaxia, por encima y por debajo del disco, en una
especie de halo esférico hay unos 200 racimos compactos de estrellas, que
podrían contener más de un millón de estrellas cada uno. La propia Vía Láctea
tiene más o menos 200.000 estrellas en su centro y brazos espirales. Todas
estas cifras son esenciales para comprender lo que es nuestra galaxia.
Cuando consideramos todos
estos datos nuestro cerebro de homínido poco humanizado protesta y dice
"esto no puede ser, a saber cómo es nuestra galaxia y sus medidas".
Pero mirando hacia el cielo oscuro, limpio y nítido en una noche sin Luna, es
posible ver algo que puede cambiar nuestra vida.
|
Panorámica de 360º de la Vía Láctea,desde el Parque Nacional de Waterton/Canadá. Alan Dyer |
Lo que estábamos viendo era
nuestra galaxia desde dentro y desde las cercanías del Sol. Con unos
prismáticos por cada estrella que podemos ver a simple vista, podremos contar
otras 100 a su alrededor y todas flotando en una gran nebulosidad azulada. Pero
si utilizamos un modesto telescopio, y esperamos que nuestros ojos se adapten a
la oscuridad, nos daremos cuenta con asombro lo que es en realidad esta neblina
plateada en el cielo nocturno: Estrellas y más estrellas, como si fuera polvo
desvaneciéndose en lo que parece el infinito.
Aquella oscura noche de
años atrás descubrimos una pequeña parte de lo que hay ahí fuera, el tipo de
cosas, la escala de las cosas, la edad de las cosas, la violencia y la
destrucción, la terrible energía, la implacable fuerza de la gravedad y las
incomprensibles distancias.
|
Observación astronómica desde Tenerife/Islas Canarias. Juan C. Casado |
Pero a pesar del
descubrimiento que hicimos nos sentíamos seguros, por qué sabíamos que nuestro mundo está protegido por la misma
distancia que otros temen. Fue como si el Universo nos llamara en la cara con
fuerza: ¿Sabes quién soy? Sabes lo maravilloso que soy? Sabes mi edad?
Entiendes quién eres tú en comparación conmigo?
Pero después de conocer un
poco más nuestra galaxia y el Universo
que le rodea, con una sonrisa en la cara ya estamos en condiciones de responder
a la llamada del propio Universo diciéndole: Eh tío !! Nosotros soy tú !!
Cuando actualmente volvemos a mirar nuestra Vía Láctea sabemos que el más mínimo destello de luz de sus estrellas
es una conexión real entre nuestros ojos y la superficie de otro sol. Los
fotones que detectan nuestros ojos, la luz que vemos, la energía con la que
actúa nuestro sistema nervioso vinieron de una de esas estrellas.
Ahora sabemos que el
estallido que brilló en la otra punta del Universo, antes de la formación de
nuestro planeta azul, era un gran haz de rayos gamma de estrellas gigantes
convirtiéndose en pura energía. Fue de este estallido y de esta destrucción
estelar de donde nosotros surgimos. Las estrellas parecen morir para que
nosotros podamos vivir en este precioso planeta azul. Y tú también!!
Tot Astronomia